Ándele… Pregúntele al científico

—¿A cuánto el café?
—No lo vendemos…
—¿Entonces?
—Lo cambiamos por preguntas al científico. ¡Anímese!

Conversaciones como las anteriores hacen desatinar a la gente que llega a preguntar por el café que tenemos en la mesa, en el jardín de Comala, pues desde hace un par de semanas arrancó el programa «Pregúntale al científico», que consiste en que un científico (un Físico: Fefo.), su esposa, y algunos estudiantes (me incluyo) de ciencias (física, ciencia ambiental) se sientan en el jardín de Comala, en domingo por la tarde-noche, armados con carteles y café (Flor de Suchitlán, donado amablemente por Quisqueya http://www.quisqueya.com.mx/) con el fin de platicar y responder preguntas acerca de ciencia, en principio.

Podríamos decir que el primer día del programa fue casi un fracaso, y así esperábamos que sucediera. La gente sólo pasaba, miraba los carteles (con preguntas como: ¿Qué es el bosón de Higgs, qué es la materia obscura, etc.), se sacaba de onda, y después se iba. Uno que otro llegaba sólo a saludar, a preguntar si le regalábamos café, o que a cuánto lo vendíamos; empero, nadie se acercó a lo que en realidad era nuestro objetivo: platicar sobre ciencia. Sin embargo, eso no fue ningún impedimento para divertirnos: estuvimos platicando, bromeando; incluso hasta tocando la guitarra y cantando.

Lléguele, lléguele. Foto by Guille.

Lléguele, lléguele. Foto by Guille.

En el párrafo anterior anterior dije que ese día fue casi un fracaso, pero razón de que no fuera un rotundo fallo es que aprendimos más o menos cómo estaba la dinámica, cosa que fue aprovechada el segundo domingo que estuvimos ahí. En esta ocasión tuvimos la visita de un par de personas que sí llegaron a preguntar y a tomar café. Uno de ellos fue «Don Gil», un senil y culto señor, pero con curiosidad de niño, que estuvo bombardeando a Fefo por más de una hora con interesantes preguntas. Sin embargo, no fue sólo él quién aprendió, sino que también nos deleitó con una magnífica charla sobre diferentes temas, pasando desde política, historia, anécdotas…¡Ah, que suave es tener ese tipo de pláticas! Además, nos dio el consejo de cambiar de horario nuestro evento, y organizarlo un par de horas más temprano: la idea incipiente fue de estar ahí de 8 pm a 10 pm, pero Don Gil nos sugirió que a las 6 pm sería una hora más propicia; consejo que implementamos el domingo siguiente.
La otra persona fue un taxista, que, en perspectiva, se observaba nervioso y dubitativo, pero al final se decidió a preguntar, cuestiones que fueron respondidas (bueno, casi todas) por Julio (un compañero de física) y por mí.

El taxista hablando de nosequé, Julio (en medio), y yo.

El taxista hablando de nosequé, Julio (en medio), y yo. Foto by Guille.

Ah, y llegó una señora a intercambiar café por pan (creo que Julio recuerda bien ese suceso).

Pensé que la cosa mejoraría para la siguiente semana, peor me equivoqué. La tercera semana el evento sí fue un rotundo fracaso: A mí se me olvidó conseguir la cafetera; pero eso no fue pretexto para cancelar todo. Sin embargo, la idea de continuar con el evento se desvaneció cuando nos quedamos sin mesa. El ayuntamiento nos hace el favor de prestarnos sillas y una mesa, pero en esa ocasión un, malentendido (cosa improbable) ajeno a nosotros causó que alguien tomara prestada la mesa, dejándonos sin ésta, y, entonces, cancelando así el evento. Ni pex…

El día de hoy, 10 de noviembre, fue la cuarta (o tercera, por lo que comenté previamente) vez en la que el programa «Pregúntale al científico» se llevó a cabo. Podríamos decir que esta ocasión ha sido la que mayor éxito ha tenido, pues apenas el café comenzaba a desprender su rico olor llegaron un par de niñasa preguntar si les regalábamos café, pregunta que fue respondida con un «Si preguntan sí». Dicho esto, las chiquillas se fueron para luego regresar con la pregunta ¿por qué el agua es azul?, la cual fue corregida y afablemente contestada por Fefo, y así ganarse su café.
Poco después llegó el papá de una de las niñas, y también se animó a preguntar. Mientras tanto unas cuantas personas se acercaban a averiguar por qué tanto júbilo en la mesa, y algunas se quedaron a escuchar la conversación, e incluso a hacer preguntas. Creo que al final todos se fueron felices; incluidos nosotros.

Entre las cosas que he aprendido están las siguientes:

  • Mucha gente tiene temor a preguntar, pero después de que lo hacen pierden el miedo, se sueltan, y se divierten.
  • Un taxista que ve Discovery Channel podría hacerte preguntas que no sabrías cómo contestar.
  • El café atrae a las personas.
  • Es cierto el dicho «¿Adónde va Vicente? A donde va la gente.*
  • No es lo mismo responder una pregunta sobre ciencia a un colega (estudiante de física), que a una persona «normal». Es más difícil esta última.
  • Los seminaristas pueden fracasar en el camino hacia el sacerdocio por la gran atracción hacia las féminas.
  • Creo que ya sé hacer café.

En fin. Esperemos que las cosas sigan así de suaves, y que el programa sea fructífero.

*Con esto me refiero a que la gente suele ser atraída por grupos de personas, e.g. los que se arrimaban a nuestra mesa.